martes, 1 de octubre de 2013

¡Hay que trabajar!

     Yo de niño quería «ser trabajador», quería «ser una caña», un «fuera de serie», salirme de los parámetros establecidos. Supongo que sería para que mi madre me quisiera. Y es que entre mi madre y yo hay un rollito edípico que huele ya a rancio.

     Pues no me va y me dice el otro día, que no se podía decir, pero que yo era «especial». Joder especial. Si ella se pasó la vida trabajando, los tiempos no han cambiado tanto, y sí, el plato en la mesa siempre estuvo. Pero qué hay de conocer un poco a tus hijos... Que creo que no nos ha conocido hasta ser mayores.

     Yo no puedo continuar. Siento que molesto a mis vecinos, molestaba a mis padres y molesto a todo el mundo. Supongo que lo que me pasa es que estoy enfadado.

     ¡Hay que trabajar! Dijo CN, hace ya tantos años de eso. Sí, hay que trabajar. Pero también hay que amar. Y por extensión hay que trasladar el amor al trabajo.

     Porque claro que hay crisis. Pero no se pasa el hambre que se pasaba entonces. Disculpas, no es cierto, lo que sucede es que ahora hay una diferencia entre ricos y pobres que entonces no había. Yo he conocido lo que es vivir de niño en una clase media.

     Ahora lo que sucede es que muy difícil va ha estar la cosa para salir de la clase baja. Y disfruto de todas las comodidades que necesito... Todavía doy gracias. Pero en morirse mi madre. Me veo con una mano delante y otra detrás.

     Aclaro que trato de pedirle a mi madre lo menos posible. Pero tengo ese colchón de que mi madre vive.

     Así que yo cuando era niño quería trabajar como mi madre. En realidad era eso, a cambio de ser querido. ¿Quién me iba a querer si no pudiera trabajar?

     Con mi déficit motriz que tenía debido al parto, no sé si mi esquizofrenia tenía solución o no. Lo que sé es que en mi familia, sí se nos mantenía comidos y vestidos.

     Pero en los tiempos que estamos, las cosas no han cambiado tanto. El otro día vi a un conocido y nos pusimos a hablar. Iba con su hijo. En pocos minutos me di cuenta que su hijo le molestaba. ¿Él no quería a su hijo? Tal vez sí, pero ¿Dónde llevan los niños el manual de instrucciones?

     Sí, mucho móvil y juegos. Pero, con un abrazo tal vez dejaba de sentirse mal el niño. Que quitar un juguete tecnológico y después volver a darlo para que no moleste, es una incongruencia.

     Mira que yo no tengo hijos y me trato poco con mis sobrinos. Prácticamente no sé cómo se hace para jugar con un niño. Y eso que mis sobrinos son unos soles. Pero yo no soy un fiestas, y me cuesta jugar.

     Vale, es el caso de que tengo verdaderos problemas para tratar con la espontaneidad de los niños. Soy el típico hombre que cuando cojo a un bebé, lo hago con los brazos extendidos, porque no sé cómo cogerlo. Eso sí, fuerte, no sea que se me vaya a caer.

     Pero los tiempos no han cambiado tanto. Hay niños sobre protegidos, tanto como ignorados. Tal vez la diferencia con respecto a mis padres sea que mis padres eran trabajadores. De los que sudaban. Y no es que diga que no sea igual de difícil; pero el que trabaja todo el día en un edificio, con su aire acondicionado, tal vez sus ocho horas, una hora para comer....

     Caigo en la cuenta de que se están recortando los derechos de los trabajadores. Que la gente de a pie, es cada vez más la gente de a pie. Hay mayor diferencia entre ricos y pobres. Los ricos son más ricos, y los pobres son más pobres.

     Yo que me encuentro en los cuarenta y tal, percibo muy bien la diferencia. Antes estaba el típico rico del puro y la panza. El cochazo. Pero ahora cuando veo un descapotable, me quedo preguntándome ¿Qué habrá hecho ese para tener ese coche? Porque trabajando no se tienen coches como ese.

     Me da la impresión de que la época de ser trabajador y ganar dinero trabajando se ha terminado. Ahora se trabaja para llegar a fin de mes. Salir ya no se sale. O al menos yo ya no salgo.

     Lo cierto es que estoy agradecido por mi trabajo que puedo hacer, Pero no dejo de estar aislado. Soy un aislado. Estoy sólo. O cambia mucho la cosa, o me encuentro con serias dificultades económicas. Tengo un tremendo miedo a la pobreza. Tal vez deba pasar por ella para llegar a conocerme a mí mismo.

     ¿De verdad estoy pensando en ser pobre? ¿Para probar qué? Tal vez lo que se ha terminado es la seguridad. Vivimos en tiempos inseguros. No hay garantías de que vayamos a salir adelante.

     De veras que tego miedo de ser pobre. No me llega la camisa al cuerpo al pensarlo. Cuando se muera mi madre ¿cómo voy a vivir? ¿Qué seguridad voy a tener? ¿Quién me va a querer?

     Es más, tengo un miedo atroz a ser pobre. A perderlo todo, a vivir en el lugar donde los ojos no me «ven». Tengo una conciencia de pobreza muy aguda.


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