jueves, 31 de octubre de 2013

es sano retomar la lectura y releer estos libros...

      Me gusta a veces volver sobre mis pasos literarios y releer libros que hacía tiempo que no leía. En el caso de los libros de Castaneda, la saga de Las enseñanzas de Don Juan, es curioso que el primer libro al que pertenecen estas líneas, contrasta marcadamente del resto de libros.

      Es el propio Don Juan Matus, quién en los siguientes libros confiesa a Castaneda, que lo expuesto en esta etapa de aprendizaje no son más que chorradas pseudo indias. 

     Sin embargo, cuando leo estas páginas de su primer libro, percibo que Don Juan trata a su pupilo con un comportamiento "impecable". Sea verdad o no lo que cuenta en estas líneas, están plenas de propósito.

     A mí me gustan mucho toda esta serie de chorrigoteces... es divertido ver cómo Don Juan va por el campo llevando tras de sí a Castaneda. Que irónicamente pasa de ser antropólogo a aprendiz.

     Como no podía ser de otro modo, Castaneda va sorteando obstáculos en su aprendizaje, a lo largo de los distintos libros de la saga. Su personalidad llega a cambiar en algúno de ellos, como si hubiera vencido alguno de los cuatro enemigos naturales del hombre.

     Evidentemente, si Castaneda en vez de ser un antropólogo típico, objetivo como era, "un antropólogo modélico" si dejamos aparte que se metió de lleno en el objeto de su investigación... 

     Si Castaneda hubiese sido, por ejemplo una persona menos clara, un fumeta, un tipo dado a enredarse en las fantasías que tan proclives eran a darse los jóvenes en su época; no olvidemos que el gobierno americano estaba probando el efecto del lsd en las masas, con diversos fines... (dicen, aunque tal vez fuese un fenómeno espontáneo). 

     A dónde voy a parar es que si Castaneda hubiera sido un discípulo menos serio, tal vez se hubiese perdido entre diversas prácticas, que no tuviesen nada que ver con el chamanismo que estudió y vivió. Pero dejó testimonio por escrito de un modo impecable, aunque muchos lo desacreditan por ser una narración "novelada".

     Don Juan "veía" y al "ver" le parecía que Castaneda sabía lo que hacía. Sin embargo el mismo don Juan era muy consciente de que su discípulo no tenía el conocimiento que parecía tener. Es extraño pues, que Castaneda lograse llegar a culminar el ser hombre de conocimiento.

     Ya digo, son estas el tipo de chorrigotadas que me gusta plantearme, en plan teórico filosófico fantástico. Sobre unos temas que no sé nada, más que lo leido de libros. ¡Qué tontería que algo como la brujería se escriba! Cuando todas esas cosas son, o deberían ser únicamente experienciables. 

     Pero si Castaneda hubiese pensado lo mismo, no hubiese acometido la empresa de escribir sus libros como un ejercicio de guerrero.

     En cualquier caso, son libros entretenidos y amenos de leer. Los recomiendo, y dejo aquí una muestra "para hacer boca" y que quién desconozca este conjunto de libros se anime a leerlos.


Domingo, 15 de abril, 1962

     Cuando me disponía a partir, decidí preguntarle una vez más por los enemigos de un hombre de conocimiento. Aduje que no podría regresar en algún tiempo y sería buena idea escribir lo que él dijese y meditar en ello mientras estaba fuera.

     Titubeó un rato, pero luego comenzó a hablar.

     - Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es dificiente; su intención es vaga. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de los trabajos que cuesta aprender.

     “Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más. Y sus pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno creía. Y así se comienza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno se espera. Cada paso del aprendizaje es un atolladero, y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia, sin ceder. Su propósito se convierte en un campo de batalla.”

     “Y así ha tropezado con el primero de sus enemigos naturales: ¡el miedo! Un enemigo terrible: traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.”

     - ¿Qué le pasa al hombre si corre por miedo?

     - Nada le pasa, sólo que jamas aprenderá. Nunca llegará a ser hombre de conocimiento. Llegará a ser un maleante, o un cobarde cualquiera, un hombre inofensivo, asustado; de cualquier modo, será un hombre vencido. Su primer enemigo habrá puesto fin a sus ansias.

     - ¿Y qué puede hacer para superar el miedo?

     - La respuesta es muy sencilla. No debe correr. Debe desafiar a su miedo, y pese a él debe dar el siguiente paso en su aprendizaje, y el siguiente, y el siguiente. Debe estar lleno de miedo, pero no debe detenerse. ¡Esa es la regla! Y llega un momento en que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí. Su propósito se fortalece. Aprender no es ya una tarea aterradora.

     “Cuando llega ese momento gozoso, el hombre puede decir sin duda que ha vencido a su primer enemigo natural.”

     - ¿Ocurre de golpe, don Juan, o poco a poco?

     - Ocurre poco a poco, y sin embargo el miedo se conquista rápido y de repente.

     - ¿Pero no volverá el hombre a tener miedo si algo nuevo le pasa?

     - No. Una vez que un hombre ha conquistado el miedo, está libre de él por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad: una claridad de mente que borra el miedo. Para entonces, un hombre conoce sus deseos; sabe cómo satisfacer esos deseos. Puede prever los nuevos pasos del aprendizaje, y una claridad nítida lo rodea todo. El hombre siente que nada está oculto.

     “Y así ha encontrado a su segundo enemigo: ¡la claridad! Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega.


     “Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Le da la seguridad de que puede hacer cuanto se le antoje, porque tiene claridad y no se detiene en nada porque tiene claridad. Pero todo eso es un error; es como si viera algo claro pero incompleto. Si el hombre se rinde a esa ilusión de poder, ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender. Se apurará cuando debía ser paciente, o será paciente cuando debía apurarse. Y tonteará con el aprendizaje, hasta que termine incapaz de aprender nada más.


     - ¿Qué pasa con un hombre derrotado en esa forma, don Juan? ¿Muere en consecuencia?

     - No, no muere. Su segundo enemigo nomás ha parado en seco sus intentos de hacerse hombre de conocimiento; en vez de eso, el hombre puede volverse un guerrero impetuoso, o un payaso. Pero la claridad que tan caro ha pagado no volverá a transformarse en oscuridad y miedo. Será claro mientras viva, pero ya no aprenderá ni ansiará nada.

 (...)

     Extraido del libro, "Las enseñanzas de don Juan". Escrito por Carlos Castaneda.
     El primero de un conjunto de libros muy recomendable.






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