viernes, 11 de octubre de 2013

desamor y soledad

     Hace muchos, muchos años, cada año que pasa ese momento se aleja en el tiempo (y me hace más mayor)... Era el caso que yo sufría, de soledad. No se lo digais a nadie. Tendría por aquel entonces, tal vez unos 15 ó 16 años y me sentía, extraño, con dificultades para relacionarme, en muchos niveles; amigos, chicas, que en ese entonces era muy importante.

     En realidad la dificultad que tenía era con todo el mundo, en mayor o menor grado. Sin embargo, con las mujeres mi dificultad para relacionarme era mucho más, dolorosa. Sentía que nunca tendría una compañera. Tenía pocos amigos, y no tenía con quién hablar de lo que me pasaba.

     De alguna forma, a esas edades, me sentía tan mal que me hundí en la rabia y el resentimiento. Fue como si una parte de mi alma se secase. Dije que nunca tendría pareja. Me lo dije a mí mismo. Y algo en mí se secó. Mi corazón se volvió como un árbol seco. Blanco y seco como un árbol arrancado de raiz, muerto y dejado a la intemperie en el fondo de un barranco.

     No pude evitar sellar ese acuerdo. Trabajaría, sí. Con la finalidad de que si trabajaba, alguien me querría. Porque por mí mismo no podía ser querido.

     Me he pasado décadas con esa afirmación de no tener pareja. O más bien sería una negación. Tengo el no. Sin poder cambiarlo.

     La rabia me consumía

     Me encuentro ahora que despierto y me ponen una medicación nueva. Y aunque mi despertar es a ratos despierto, a ratos dormido, la medicación y el devenir de la vida sigue, como siempre, como pasando bajo un puente. Como un río fluye, el tiempo se va, y nada ha podido romper ese sello, ese decreto que firmé con el mismísimo diablo.

     ¿Cómo romper un pacto con el diablo, un pacto sellado con la sangre de mi puño y letra? Pues muy malamente. Siento que este despertar a la sexualidad, es muy abrupto. Es como pasar de 0 a 100 en un corto periodo de tiempo.

     Y lo primero es el trabajo.


     Tengo que centrarme en el trabajo. Sin embargo he de pensar en solucionar mi problema. Romper el sello que me tiene atado de pies y manos. Pero no tengo prisa. Ninguna. Me he hecho una vida tranquila. Pienso tal vez en tener una amiga. En salir, y que mi pareja sea mi mejor amiga.

     De algún modo siento que estoy enfadado por lo que me pasa, por el pasado. Y por la fijación de pensar que no puedo hacer nada, que no puedo salir de mi casa y tener amigos y una relación. Tiendo a la negación. Necesito cambiar yo. Algo que nunca creí posible.






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