jueves, 24 de octubre de 2013

diario de un monje neurótico



     Hace años encontré un pequeño libro de L. Simpson. De meditaciones y reflexiones. En el libro el autor comentaba sus experiencias en la vida diaria, era un diario. De un alma llena de pensamientos, extremos, opuestos en ocasiones entre sí. No había alcanzado la paz.

     Dejo aquí un pequeño extracto. 

     Después de todo es una ficción muy lograda. No me creo nada.


     Extracto del capítulo cinco de "Notas al margen"


      No he alcanzado la paz. Me siento timado, como cuando alguien espera de mí, algo, algo que yo no puedo ofrecer. Me siento a medias. No soy capaz de meditar ni tan siquiera diez minutos. Me consume el hambre y la sed. Sin embargo, soy incapaz de buscar respuestas. 

     Mis hambres están sedadas. Ni siquiera estoy seguro de tenerlas.

     Los libros hace tiempo que llegué a la conclusión de que no respondían a ninguna pregunta. Tan solamente alimentan el intelecto. No, los libros no conducen a ningún sitio. Antes yo era un devorador de libros. Aunque no he podido dejar la vertiente de la autoayuda; pero es como tomar una aspirina, quita el dolor momentaneamente y luego sigo igual.

     No he cambiado, pero me he quedado con más sed. Y no tengo dónde saciar mi sed. Ni ganas tengo de saciarla. Me consumo a primera hora del día y última hora de la noche, cuando no hay nada que hacer. Y me encuentro a solas conmigo mismo. Es desolador.

     No puedo decidirme a dormir, no puedo meditar ni diez minutos. Y la cosa no está tan mal. Es tan solo que yo no he cambiado. Quizá sea que no hice los ejercicios con la asiduidad que debía. Pero en realidad, pienso que mi espíritu es frágil, mi voluntad limitada. Y no tengo concentración ni inclinación a la amistad con los demás. Mis relaciones sociales son inexistentes.

     Todo ello hace que sienta que hemos perdido el tiempo.

     Lo siento mucho. No hay nada, sigo siendo el mismo. Un poco más gordo. Un poco más sedado por la medicación. Escribo rutinariamente.

     Debo dinero. Y no sé cómo ganarlo. Nunca me he valido por mí mismo. Ni siquiera cuando no estaba loco. Ahora ni estoy loco ni sano. Estoy en terreno de nadie. Voy por la calle con la mirada baja. Siguiendo a la tortuga de la que hablaba Momo. Sin embargo sé que he dejado pasar una oportunidad muy buena, extraordinaria.

     ¿Eran mis expectativas muy altas? Lo cierto es que acudí al terapeuta con la idea de una revisión cada dos o tres meses. Para ir tirando. Tal vez ni siquiera quiero sanarme. Me faltan fuerzas, decisión. No soy nadie. La nada me ha tragado, y me he convertido en mentira.

     No he despertado a nada nuevo, ni hay ninguna diferencia. Todo sigue igual. 
     (...)

- "Notas al margen"- L. Simpson.

 ¡Vaya chorrada!


No hay comentarios:

Publicar un comentario