Hace años encontré un pequeño libro de L. Simpson. De meditaciones y reflexiones. En el libro el autor comentaba sus experiencias en la vida diaria, era un diario. De un alma llena de pensamientos, extremos, opuestos en ocasiones entre sí. No había alcanzado la paz.
Dejo aquí un pequeño extracto.
Después de todo es una ficción muy lograda. No me creo nada.
Extracto del capítulo cinco de "Notas al margen"
No he alcanzado la paz. Me siento timado, como
cuando alguien espera de mí, algo, algo que yo no puedo ofrecer. Me
siento a medias. No soy capaz de meditar ni tan siquiera diez
minutos. Me consume el hambre y la sed. Sin embargo, soy incapaz de
buscar respuestas.
Mis hambres están sedadas. Ni siquiera estoy seguro de tenerlas.
Los libros hace tiempo que llegué a la
conclusión de que no respondían a ninguna pregunta. Tan solamente
alimentan el intelecto. No, los libros no conducen a ningún sitio.
Antes yo era un devorador de libros. Aunque no he podido dejar la
vertiente de la autoayuda; pero es como tomar una aspirina, quita el
dolor momentaneamente y luego sigo igual.
No he cambiado, pero me he quedado con más
sed. Y no tengo dónde saciar mi sed. Ni ganas tengo de saciarla. Me
consumo a primera hora del día y última hora de la noche, cuando no
hay nada que hacer. Y me encuentro a solas conmigo mismo. Es
desolador.
No puedo decidirme a dormir, no puedo meditar
ni diez minutos. Y la cosa no está tan mal. Es tan solo que yo no he
cambiado. Quizá sea que no hice los ejercicios con la asiduidad que
debía. Pero en realidad, pienso que mi espíritu es frágil, mi
voluntad limitada. Y no tengo concentración ni inclinación a la
amistad con los demás. Mis relaciones sociales son inexistentes.
Todo ello hace que sienta que hemos perdido el
tiempo.
Lo siento mucho. No hay nada, sigo siendo el
mismo. Un poco más gordo. Un poco más sedado por la medicación.
Escribo rutinariamente.
Debo dinero. Y no sé cómo ganarlo. Nunca me
he valido por mí mismo. Ni siquiera cuando no estaba loco. Ahora ni
estoy loco ni sano. Estoy en terreno de nadie. Voy por la calle con
la mirada baja. Siguiendo a la tortuga de la que hablaba Momo. Sin
embargo sé que he dejado pasar una oportunidad muy buena,
extraordinaria.
¿Eran mis expectativas muy altas? Lo cierto es
que acudí al terapeuta con la idea de una revisión cada dos o tres
meses. Para ir tirando. Tal vez ni siquiera quiero sanarme. Me faltan
fuerzas, decisión. No soy nadie. La nada me ha tragado, y me he
convertido en mentira.
No he despertado a nada nuevo, ni hay ninguna
diferencia. Todo sigue igual.
(...)
- "Notas al margen"- L. Simpson.
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