domingo, 19 de enero de 2014

pasa la vida...

Domingo 19-04-2014
18:38 Horas.

     Querida Luna:


      Hay tantas cosas que no sé. No sé qué hacer con mi vida. Pero meterme en mi casa, no me parece una buena opción. Sin embargo con el trancazo que tengo no tengo más opción que quedarme. ¿A quién engaño? No tengo a dónde ir.

     ¿Eso es bueno? Tal vez sí, tal vez no. Lo bueno que tiene es que al único lugar que puedo ir es hacia dentro. Un lugar en el que no me gusta estar. Mi lugar. No tengo otro. Un sitio donde ir cuando las cosas están mal.

     Suponía que de mayor sabría qué hacer. Que tendría tablas, pero no es así. el camino se hace andando. Y eso vale para todo el mundo. Que el teclear de mis dedos me lleve apenas a los mismos sitios conocidos de siempre, hace que me pregunte si hay otros lugares a dónde ir.

     Quedarme en casa, parece la mejor opción. Teniendo en cuenta de donde vengo. Y sin embargo algo me dice que me espera fuera algo que vale la pena. Lo que no sé es si tendré el valor de salir y pedirlo.
     Una larga trayectoria de ir a mi bola no me hace más competente para reinsertarme en la sociedad. Después de todo, no soy bipolar, sino catatónico. Eso cambia los matices. Según lo que yo entiendo. Me fui. Me salí de la sociedad.

      Parece que no me importara el que dirán, pero tal vez por eso, es lo que más me importa. Hasta llevarme a quedarme en cama. Donde mueren los sueños.

      Porque después de las horas normales de sueño, los sueños no se crean, sino que se destruyen.

     Atrapado en la Historia Interminable, solamente espero a que me trague la Nada. Para convertirme en una mentira. Tal vez entonces, ya sea irreversible. Y no me tenga que preocupar. Aunque temo que si caigo en la nada, lo que sucederá es que aumentarán mis preocupaciones.

     Tal vez me convierta en una mentira, alrededor de quién sabe quién. O quién sabe qué.

     El caso es que la vida no es lo que nos habían contado. Y eso a los cuarenta y tantos, tiene su peso. Porque no es lo mismo mantener la ilusión al principio que al final. Las reglas cambian.

     Cuando seas mayor tienes que ser un triunfador. Decían. Pero no hablaban de levantarse todos los días y mirarse frente al espejo. Ni nos decían qué hacer ante semejante eventualidad.

     Vivir consigo mismo durante mucho tiempo. Y saber que tal vez los siguientes, 10, 20, etc... años, serían así. Después de eso triunfar es conseguir salir de la cama para hacerse la comida. El triunfo consiste en tener amigos.

     Que esa chica que me gusta no me parezca tan imposible de alcanzar. Eso es un premio gordo si tocara.

     Solamente es que si hay tres millones de avispas y te pica una. No te acuedas de los tres millones de avispas, sino de la que te ha picado. Y eso duele. Cualquiera vuelva a meter ahí la mano.

       Incluso cuando me han picado las avispas tan pocas veces, el dolor está presente. Aunque en mi caso, no logro identificar claramente la picadura. La vida duele. O es que llueve sobre mojado.

     Tal vez es por lo que hace falta meditar, aunque la tos no nos lo permita... hacer pesas, aunque la voluntad falte, y solamente lo hagamos ocasionalmente. Tal vez por eso hay que agradecer a los amigos que se ofrecen a compartir un café. Aún cuando uno está tan hecho polvo que no tiene ganas de nada.

     Yo creo que el mar me espera. Lo tengo como fondo de pantalla. Ahora mismo es lo único que me mantiene en pie. Lo que me hace escribir es saber que en el pasado me sumergí en el mar. Y las olas me arrollaron y jugué con ellas. Para descubrir cuales eran mis límites.

     Tal vez a los cuarenta y... sea cuestión de volver a medirme con, algo. Para saber cuáles son mis límites. Tal vez yo mismo. Tal vez mantener mi trabajo. Mandar al carajo al psiquiatra que me pone medicaciones imposibles.

     Aunque claro, yo tampoco se lo pongo fácil. Cada vez estoy más harto de médicos.

     Ya casi estoy convencido de que de lo que va esto es de mirarme al espejo todas las mañanas.