viernes, 22 de noviembre de 2013

No dejes leer a nadie tu diario. Que no se vean los agujeros de los zapatos. Hazlo bien cuando te pregunte la psicóloga.

Viernes 22-11-2013
23:04 Horas.

Querida Luna, debo recordar que «No siempre todo lo que va a suceder va a ser malo».

Últimamente todo lo que siento al salir del trabajo me da miedo. Cruzarme con la gente, preguntarme quiénes son, preguntarme si pensarán algo de mí. Ya que yo sí me hago preguntas acerca de ellos, y ellas. Las inalcanzables mujeres.

Pero lo que más miedo me da es ser descubierto en mi intimidad. Tal vez por eso nunca invito a nadie a mi casa.

Paradójicamente, cuando conozco a algún amigo, que parece ser receptivo, vuelco en él todo lo que siento. Cosa que sucede muy pocas veces.

Por otro lado, siento que si no soy bueno en algo, lo que sea, no vale la pena llevar una vida vacía de sentido, sin poder asir, algo... una habilidad, un intelecto agudo, unas reflexiones profundas... Pero yo no tengo nada de eso.

Yo tan solamente tengo un vacío. Creo que me gusta moverme entre las máquinas porque el movimiento hace que me olvide de pensar. Pero me encanta pensar.

Me gusta meditar, pero se me va la cabeza divagando, y entro en diferentes estados mentales con facilidad. Creo que me oriento lo suficientemente bien para valerme. Pero me hace ser, o estar emocionalmente inestable.

Tengo fobia social, o algo parecido. Y a la vez soy muy exigente. Descubro continuamente que miento. Pero me miento a mí mismo antes que a los demás. Vivo una vida vacía, con cosas que no me aportan ninguna serenidad.

Me pregunto con demasiada frecuencia:


          ¿Quién soy yo? 


Me lo pregunto incluso más que el típico a dónde voy, ya que me recluyo en mi casa. Así que sé a dónde voy, a mi casa. Aquí estoy.








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