viernes, 7 de noviembre de 2014

para escribir empezaremos por un principio

Después le iremos añadiendo...


Quería encontrar algún tipo de cuento corto. No tenía ni idea de dónde partir. En este caso, recordando ese muro que a veces siento, e intuyo, en mi interior... tras el cual no puedo ver nada, que me produce la sensación de una vida vacía, sin matices. Ese muro lo he unido con la célebre frase de Pau Donés:

- Darse de cabeza contra una pared. Repetir sin parar, hasta ver cómo se cae.

Tras lo cual, ya abierta la llave del poco o algún magín, han surgido estas otras, ya de cosecha propia. Aquí las dejo.

- Mi mente es una pared. Tras la cual no puedo pasar.

- Pasar a través de mi mente, dura pared se resiste.

- Blanco, blanco muro el de tus pechos idos.

- Duro como blanca es la cal. Dura cabeza que contra el muro rompe, a carcajadas sin fin.

- Amor de un día, fino reproche. Blancas cortinas en tu ventana. De noche escalo el muro.

- Golondrina negra, blanca gaviota que se lanza directa al corazón de tus pechos, henchida de sal. Blanca pared salina.




Por un lado veo blanco, de una pared blanca, como muchas paredes son de ese color. Y por alguna razón, tal vez por estar bajo la impresión de una música de tambores, danza y plumas, vivir en un lugar de la zona mediterránea... surgen las gaviotas, las golondrinas de la primavera, la sal.

Ya se ha pasado el verano de este año, que tanto ha durado. Ya esperamos el invierno con la comezón  de recordar días de bonanza, sol, cielo y mar, sal en el aire fresco de caminar por la arena, descalzos, mirando al horizonte. La mirada ida, cegada por el sol y disfrutando de las redondeadas curvas de silenciosas perezas tostándose al sol.

Miro al cielo y una gaviota me lo discute.

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