sábado, 3 de mayo de 2014

sinrazón

Sinrazones vivo, tiempo al tiempo.


La razón, dame la razón. Pierdo el sentido. Por ti mi amor. Toma las riendas, toma el control, yo ya no puedo más... el mundo me estalló. La vida ha desaparecido de mi razón, la sinrazón. Es tan lógica, como el miedo que me lleva a refugiarme en mi mundo interno.

No me reconozco ni mis manos, estas que tanto han estado bajo el agua. Un agua de remolinos en la niñez de un cubo donde jugar al miedo escondido.

Juegos de niño que asustan. Mirando a otro lado para no ver lo real. ¿Y qué es lo real? ¿Es real lo tuyo? ¿Es real lo mío? No. No son más que historias.

De niño me cantaban una nana. Ahora de mayor sopas con honda. Qué triste no haber tomado el pecho de niño, destetado. Biberón anatómico y estudiado para la sustitución.

Con el tiempo la risa se convirtió en ironía. Fina, sí. Pero sin la frescura del ser feliz. No, la niñez quedó atrás. Puede que para nosotros signifique que la piel se arrugue, que los sueños tarden en llegar, que el peso de las faltas se sumen. Que el semen ya no brote, y se disponga a simplemente caer.

Me jode cuando todas las taquillas del supermercado están ocupadas, y tengo que volver luego. No hay más espacio dice la señorita. Bueno, no me muero por volver después. Un después, un después que nunca llega. La vida pasa. De momento a momento. Me emparanoio. Gente.

Tanta gente.

La tarde empieza ya, y hoy, en contra de mi costumbre, tengo ganas de vivir. Tal vez no tenga trabajo. Pero aún así he salido a la calle. He comprado algo de fruta. Me he pesado y he adelgazado. No es para cantar victoria. Es una confirmación de que algo estaré haciendo bien. 

Pequeñas alegrías. En una tarde vacía, de una primavera sin flores de almendro. Un mar, de asfalto hecho, para solaz de muchas personas que van cada vez más lejos. Para hacer de sus vidas algo que valga la pena. Y no morir al final de sus vidas, sin decir que no han vivido. 








No hay comentarios:

Publicar un comentario