jueves, 29 de mayo de 2014

dudas existenciales

 

       Dime espejo: "¿Quién soy?"


Demasiado café. Me tiemblan las manos. Me estoy preguntando qué sucede en mi vida. Me gustaría pensar que tengo  pendiente lo de hacer la limpieza. Curiosamente la limpieza de mi parte más íntima, más nuclear, siempre ha sido una cuestión pendiente.

Sin embargo la limpieza es como algo, sí pendiente, pero accesorio. Hay que limpiar la cocina, la cocina es el centro de mi hogar, el núcleo de mi ser necesita una limpieza. Necesito poner a punto mi ser esencial. Pero ese no es el problema.

La soledad, el aislamiento, el rechazo. Soy rechazado ¿O soy yo quién rechaza? No estoy seguro de si se pueden separar ambas cosas. Dar y recibir van de la mano. Cuando uno trabaja, ofrece un servicio y recibe una energía a cambio. O dinero. Sea lo que sea el dinero.

De pequeños nos enseñan lo que es el valor del dinero, si tenemos suerte y no nos tocan unos padres que no saben qué hacer con sus hijos. Lo normal es que el valor del dinero se aprenda en la infancia. El valor del trabajo.

Hay otras cosas. El valor de la amistad. Para mí fue una incógnita lo que era la amistad, durante décadas. Creo que el problema es que no tenía una idea de quién era yo mismo. ¿Lo sé ahora? Tal vez no se sabe nunca a ciencia cierta. Es decir, siempre se puede aprender algo sobre uno mismo. También se puede aprender sobre los demás.

Por eso no sé si se puede distinguir entre rechazar y ser rechazado.

Fue brutal. En mi infancia, la soledad. Querer romper ese muro de soledad que vivía; que tal vez no era objetivamente real, pero era vivido así por mí. Y ahora me pregunto si puedo salir, o si podré salir en algún momento.

Me lo he montado de puta madre. Me he quedado sólo, en la almena del castillo. En la más alta torre, custodiado por un dragón que dice, nos os acerquéis. 

Rechazo.


Yo sé lo que es la soledad. También sé lo que es el rechazo. Pero puedo admitir que tal vez, solamente sea algo que me refleja. El espejo mágico de la madrastra, o de la bruja mala.

Gustarme una mujer, y mirarme al espejo y no encontrarme digno de amor. Tan solamente encontrar el rechazo en el espejo. ¿Quién es el más bonito en esta tierra? Dime, espejito.

Tu puta madre, tío feo. Cualquiera menos tú.

Bueno, me estoy saliendo de madre. Será mejor que reconduzca este escrito hacia un tono más saludable, en el que no salgan palabrotas tan altisonantes.

¿Por qué? ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? La última de estas preguntas no ha sido pensada por mí. Me la sugirió un terapeuta. Donde yo me preguntaba ¿quién soy? él me propuso que me preguntase, ¿Para qué estoy aquí? De todos modos, no encuentro muchas respuestas a estas preguntas.

¿Para qué? 


Es un salto al vacío. Las voces resuenan en mis oídos. ¿Todo el mundo se hace estas preguntas? Decía mi antigua psicóloga, Alicia Gonzálvez, que la gente normalmente no vivía preguntándose estas cosas.

      Fue ella quien me propuso que me metiera a escribir un blog. Parece que fue una indicación valida.

Sin embargo, no siempre se tienen entradas válidas. Tan solamente puedo dejar caer estos textos muy de vez en cuando. Sobre el valor de lo que escribo... Tal vez tenga algún valor, si resuena en los oídos de alguien.

Para cada uno de vosotros. Os dejo algo que estoy escuchando mientras escribo:




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