viernes, 22 de enero de 2016

el enfado




Viernes 22-01-2016
23:07 Horas.

CUADERNO DE BITÁCORA


¿Por qué cuaderno de bitácora?

En un principio dudaba entre llamar a este artículo “el enfado” o bien “el tío vivo”.

Y tenía claro que pondría como subtítulo “cuaderno de bitácora”, porque realmente no sé a dónde voy.
Es cierto. El miércoles me tocaba revisión con el psiquiatra. Normalmente duermo más de la cuenta, pero no era eso lo que me ocupa. Es el estar enfadado.

Me preocupaba el enfado.

Tomaba un preparado a base de olanzapina, que en dosis de 15 mgrs. hace que las cajeras del supermercado de confianza se asusten.

Resulta que las que se asustaban eran ellas. Cuando el que se tomaba el menjunje era yo. Qué cosas.

En la última revisión psiquiátrica, bajamos la dosis de olanzapina a 10 mgrs.

Ahí ya podía hacer la compra. ¡POR FIN! Tampoco es que yo fuera el alma de la fiesta, pero podía pasarme por el mercado na más que para comprar. Que no es cosa de hacer amigos.
Así que ya hace algún tiempo que podía hacer la compra. Pero el miércoles estaba de una mala ostia tremenda. Estaba sobre todo enfocada hacia mi psiquiatra. De hecho no fui, a la hora; fui varias horas más tarde y no pude verle.

Bueno, le vi. Pero no hablamos. Le vi pasar. Punto.

Ese miércoles fue un infierno. Estaba tan enfadado que llegué tarde al trabajo. Y pasé la tarde arrastrado. Haciendo las cosas bien, porque las cosas se hacen. 

         Y tampoco hay que exagerar, el movimiento en el trabajo ayuda a que el poso ese que tenía en el fondo se airease. 

Es lo bueno que tiene mi trabajo, que hay movimiento. Es un centro especial de empleo. 

Es divertido. Pero eso que sentía. Eso que estaba en el fondo, que parece que no podía, que no podía expresar... es como que hay ciertas partes de mí que no ven la luz.

El poso.


Sí a eso voy. El caso es que pasé miércoles y jueves dejándome llevar, y pensando cada vez una cosa. Tenía muy presente el poso.

Ya hoy viernes, me levanto medio bien, y empiezo a pensar que ojalá que me hubiese levantado más temprano, que si debería haber ido a primera hora al psiquiatra, para hablar...

Que si patatín que si patatán. Al final pienso, por lo menos voy y pido cita, que si me tiene que dar la medicación ya me la dará. Y si tuviésemos que hablar se vería.

Pues he llegado y apenas había gente. Yo me he estado bastante formal ahí esperando. Y es eso de que esperando, he pensado que todo ese enfado que tenía guardado contra mi psiquiatra...

...Llevamos un par de cambios de medicación juntos. Hemos pasado por muchas cosas. Pero soy yo el que sufre. Y el muy cerdo, no es capaz de hacer un gesto de reconocimiento.

...Me bastaría con una palmadita en la espalda y un comentario como, muy bien Gabriel, que sé que es difícil pero lo has llevado bien.

Joder, no se trata de que me de las llaves de su coche ni nada. Pero un pequeño reconocimiento ante el dolor de sus pacientes, podría ser un toque humano.

En esto tenía sumidos mis pensamientos.

Así que vuelvo a la espera en la puerta del psiquiatra esta mañana, ya viernes y fuera de fecha. 

        Va y se me ocurre que todo este enfado que siento hacia el psiquiatra, es lo que siento en general hacia todo lo que me sucede en mi vida.

¿Puede que hacia el psiquiatra esté el enfado más focalizado? Porque enfadado sé que siempre estoy enfadado. Eso es el día a día. Pero no sé el porqué.

Resulta que entro y me da la hoja para la medicación... y en un par de minutos, de pie y conversando, le digo que siempre estoy enfadado. Siempre estoy enfadado.

Aunque nadie puede estar enfadado siempre, pero como que casi de continuo. Ahí he cambiado el enfoque de dirigirlo hacia el psiquiatra, a dirigirlo a mí en relación con todo lo demás.

Como que ha habido un insight. He reconocido que estaba enfadado. Todavía no sé porqué, pero admitirlo ha sido un puntazo. Tanto que he pasado el resto del día como nuevo.

Sigue siendo deseable que el psiquiatra hiciera algún comentario favorable a esos procesos tan duros que se pasan en los cambios de medicación. Pero si el hombre es así de corto y no hace esas concesiones es su problema, no el mío.

Lo que me pregunto es si siempre tendré estos altibajos emocionales. Parece que siempre hay algo nuevo. 

Me siento muy sugestionable, cambio de planes cada día y no termino de decidirme a hacer cualquier cosa. 

        Tengo todas las mañanas libres y podría ocuparme en hacer algo, pero el tiempo se me va en pensar, meditar y dejar pasar el tiempo.

No es que esté mal, pero tal vez concretar algo, no logro concretar nada. Voy entre dos o tres opciones y no concreto nada.

Menos mal que tengo el trabajo de la tarde que ahí me pongo las pilas y es algo concreto que puedo hacer.

        No tengo ni idea de si la vida va a ser siempre igual, si alguna vez mi enfermedad se verá paliada de algún modo... 

Sé que el que mi vida mejore depende de lo que yo haga, no de lo que una medicación suponga en mi vida. Es la acción que hacemos lo que nos define.



No hay comentarios:

Publicar un comentario