Un hombre maduro salió un lunes de invierno a pasear por la ciudad. Durante su paseo se encontró con una feria que había llegado a la ciudad recientemente.
Como no sabía a donde dirigirse, se encaminó con decisión a la primera atracción que vio.
Atravesó una puerta y en un enorme recinto vio hombres que ahora eran eran altos y delgados, ahora bajitos, o rechonchos.
Cada vez que veía a uno de estos hombres sentía una desagradable sensación de rechazo.
En medio de esa sala comprendió que estaba en la atracción de espejos deformantes, y que esos hombres que veía ¡eran él mismo!
Todo lo que vemos en los demás es un reflejo de lo que somos. A veces el rechazo de los demás ¡está en nuestro interior!
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