domingo, 8 de diciembre de 2013

arañas y desierto

La gruta era fresca y oscura. Me moví hacia dentro de ese espacio, húmedo, que fue excavado en la roca por anteriores oleadas procedentes de un mar interior que ya no está. Hace ya miles de años, que no hay ningún mar allí. 

      Y hace miles de años que nadie entraba en esa gruta. Salvo las arañas. Y un poco de briznas de hierba en la entrada. La hierba no me importaba. Pero las arañas...

Odio las arañas, pese a lo cual las considero augurio de buena suerte. Mientras no sean más grandes que mi mano y no me piquen. Arañas.

Esto no va de Spiderman ni de nada parecido. Esto va de tener que refugiarme del aplastante sol del desierto, para no quemarme por enésima vez. Mi piel ya no lo soporta. Pero hay que ver si hay arañas. O alguna otra cosa peor. No soy el único que transita por este desierto.

Qué irónico que hace tal vez muchos miles de años esto estuviese en contacto con el agua de un mar. Un mar que ya no existe. Me repito, ¿no es cierto? Siempre las mismas historias.

Ahora lo que tengo que procurarme es un fuego para terminar de sentirme seguro. El fuego.

Todavía me estremezco al recordar la pira en la que me quemaron, o por lo menos lo intentaron, hasta que me rescató mi grupo. Fue increible lo horrible que puede resultar quemarse vivo. Y yo solamente lo vi venir. Solamente unas llamaradas me lastimaron los pies, tengo las marcas. Y la insensibilidad en las piernas. 

Je, je, si me picara una araña en un pie, apenas lo notaría. Sucias y apestosas telas de araña.

         Y ahora estoy sólo, mi grupo se disolvió. Solamente yo quise cruzar este desierto de sal. La sal quema, refleja los rayos del sol que tuesta la piel hasta resecarla. ¡Ja!, ya nada puede resecar más mi piel.

          Pero las arañas, ellas transitan entre mundos. Son capaces de hacer llover, lo cual se agradece. Solamente cuando ellas quieren. "Se siente, pringao". Pero con sus telas se llevan los malos sueños. Qué lastima que...
    
          Que puedan inocular su veneno con un solo picotazo de esas tenacillas que tienen por boca. ¿No os habéis quedado fascinados al observar sus ojos? ¡No parecen ser de AQUÍ !




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